Escrita en paralelo a la Quinta sinfonía (de hecho se estrenaron con la numeración intercambiada), fue estrenada en Viena el 22 de diciembre de 1808 en una maratoniana sesión junto con el Cuarto concierto para piano y la Fantasía coral, entre otras obras. Originalidad y tradición confluyen en un proceso creativo que fue motivo de grandes dudas artísticas para su autor, especialmente en lo que se refiere al uso de títulos que pudieran condicionar al público a hacer una lectura en imágenes. “¿Pintura musical?”… “¿Evocación de sentimientos?”… En todo caso, la Pastoral, uno de los cantos más preciosos que se han hecho nunca a la naturaleza, supera cualquier debate sobre la finalidad descriptiva de la música para culminar en un himno de gratitud.
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