Escrita durante el verano de 1877, un periodo de composición verdaderamente breve en comparación con los 21 años que tardó en completar la Primera sinfonía, la Segunda Brahms desprende una ligereza que también contrasta con la gravedad de la precedente. Sin embargo, “ligereza” o “gravedad”, son términos con unas connotaciones emocionales que no siempre son aplicables a una música puramente abstracta como en general es la suya. Lo podemos percibir especialmente cuando en una carta a sus editores poco antes de su publicación, afirmaba que la obra era “tan melancólica que no la podréis soportar. Nunca he escrito nada tan triste, y la partitura debería salir en procesión fúnebre”. Cómo se explica esto? De entrada precisamente porque es esta cualidad abstracta, propia de la mayor parte de la música instrumental, la que permite proyectar en ella casi cualquier sentimiento. Pero también es una prueba de la ironía y distanciamiento con que un autor a veces puede referirse a sus propias creaciones.
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